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Mi bocanada de aire

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  ~ Dulas ~ Naciste ese bonito veintiocho de Mayo de dos mil veinte, en Huesca. Era una etapa de confinamiento a nivel mundial, pero no tengo la menor duda de que haría un luminoso día. Al igual que lo fue el cuatro de agosto, cuando por fin llegaste a mi vida.   Viniste en un momento complicado, negro y triste para mí. Pero para ti nada de eso era suficiente para esconderte en el transportín y negarte a salir. Te subí completamente emocionada a casa y nada más que me viste, te echaste a mis manos. No me dejabas apenas abrirlo porque ya querías estar entre mis brazos. Te pregunté si Dulas te gustaba como nombre y te limitaste a mirarme y guiñarme un ojo, supuse que eso era una afirmación. Y hoy, que ya pasaron unos días de eso, puedo asegurar que no pude escoger mejor nombre para ti.   No existe otro sustantivo como este que sea capaz de describirte a la perfección.   Tu adaptación fue muy rápida. Digamos que congeniamos genial y nos entendemos a la primera.   Me tra

Mejor parecer tonto, que demostrar serlo

  No comprendo como cada mañana una persona enferma tiene que levantarse para lidiar con idiotas que sueltan palabras sin cariño por su boca, sin pensar que se van a clavar en el corazón como un puñal. No comprendo como somos capaces de salir a la calle para opinar sobre lo que ni siquiera conocemos de oídas. No comprendo como podemos ser tan burros en la mayoría de las situaciones, con nuestras valoraciones físicas, emocionales y personales. Se nos olvida que ni somos médicos, ni psicólogos, pero que si nos esforzamos podemos ser humano.   Me he planteado hablar de esto porque es una vivencia común para mucha de la gente enferma que me rodea. Hablo constantemente con pacientes que están a punto de operarse o que ya lo han hecho, o que no saben ni que dirección tomar o que tan solo no pasa ningún tren al que subirse, y en nos apoyamos mucho entre nosotros. Pero hay algo que siempre acompaña nuestras conversaciones y es la ausencia del calor de la gente, la estremecedora frial

Aquel diminuto círculo

Ayer conocí a una señora que me encogió el alma. Cuando digo señora, no me la denomino de tal modo por edad, sino por su valentía. No he conocido a nadie, que sin ni siquiera conocerte, sea capaz de llegar a tu corazón. Ella llegó, apareció en un momento de llanto, de decepción y de pánico. Me conoció en uno de mis momentos bajos de verdad. Me dio una lección de vida y me explicó la importancia de mí misma.   Me hizo ver que debo centrarme en mí, que debo centrar toda mi energía en mi círculo, que debe ser muy pequeñito. Que tengo muy poca energía y ésta la debo agotar en luchar por mí y por mi enfermedad. La vitalidad la necesito para sobrevivir. No debo permitir que nadie me dañe.   Me mostró las dos vertientes de afrontar la vida y me comentó de antemano, que no era fácil hacerlo pero que merecía la pena. La primera opción era sentir tristeza, llorar y buscar la explicación a los daños ajenos a ti. Esta opción haría aumentar los problemas que tengo. Además de los problem

A prueba de error

  A prueba de error   No te voy a mentir diciéndote que tengo claro hacia dónde voy, porque sería engañarte a ti y también a mí. No te voy a decir que estoy segura, que voy con la certeza de encontrar un mañana diferente al hoy y al ayer. Tampoco te susurraré que estés tranquilo, que tengas esperanza, pues yo la perdí hace tiempo con la confianza en ellos. Puede que quiera hacerte ver que mi alma está en calma, pero en este momento es un volcán que pronto entrará en erupción. Te mostraré mi sonrisa, claro, no voy a quitarte la ilusión y mucho menos trasladarte mi preocupación.   Mi cuerpo hace tiempo que sabe que esto no es pasajero, al menos no de momento. Hace tiempo que soñaba con la solución, con el cambio, con la mejoría. Pero dolía ver como cada esperanza se truncaba al divisar la realidad. El dicho de que cuando una puerta se cierra otra se abre, no siempre es cierto. De hecho, me paso días y días dando vueltas en el recibidor a ver si alguna de las p