Apariencia

 

 Escucho constantemente las míticas frases de “te veo muy bien”, “te veo muy guapa”, “ya estás mejor, que bien te veo”. Mi respuesta suele ser “todo sigue igual”.

Me da rabia tener que oírlas, pero no tengo la más mínima gana de responderles lo que merecen. Ya que la respuesta correcta me llevaría demasiado tiempo que no estoy dispuesta a perder en la inútil importancia de la apariencia.

 

Tendría que explicarte que…

… respiro con la copla del dolor.

… sonrío, aunque en mi interior no encuentre motivos, porque fuera a alguien le puede sanar mi sonrisa.

… salgo de paseo para que mi cerebro no piense.

… me hundo y me levanto rápido para no preocupar.

… me callo y oriento mi mirada hacia otro lugar para ocultar lo que siento.

… suspiro para renovar mis pensamientos, mis sentimientos y mi alma.

… me muestro fuerte para que la situación no me ahogue.

 

¿Te parecen suficientes razones para explicarte el por qué me ves bien? ¿Prefieres que llore, que me quede tumbada en la cama, que grite y que me encierre en mi misma? Puedo asegurarte que razones y ganas no me faltan en muchas ocasiones. De hecho, en algunos momentos solo me rondan esas ideas en la cabeza, pero no me dejo llevar por ellas. ¿Sabes cuál es el motivo que me saca de ese bucle? Que no pienso ser más esclava de la mala salud de lo que soy. Lo siento, a veces el dolor ya es suficiente.

 

Escribo para hacer mella en la sociedad. Quiero concienciar de que la apariencia es como los reyes magos. Todos creemos que existen y tan solo son nuestros padres y familiares, que se disfrazan cada navidad de Melchor, Gaspar y Baltasar, para hacernos sonreír y vivir la magia.

Una persona enferma, se pone el traje más brillante y protector que tiene para salir ahí fuera. Se pinta la cara con color, se llena de fuerzas y se colma de luz. Y lo hace, para salir y demostrar al mundo que la vida sigue, que el día a día se lucha.

Y todo eso lo hace para ocultar lo destrozado que está por dentro. Para que no veas los trocitos que se rompieron y sabe que jamás se pegarán. No le sirve salir llorando y quejándose de lo que lo compone, porque aun así sabe que no se va a recomponer.

 

Ahora, sal a la calle y piensa antes de decir algo incoherente o que pueda no ser acertado. Cárgate de empatía, reflexiona y después… ayuda o al menos, no hagas que duela más.

 

Escrito el 11/08/2020.

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