Cabizbaja

 

El noventa por ciento de mis caminatas se caracterizan por llevar los ojos fijados en las baldosas y los baldosines que componen las aceras de mi ciudad.

No te voy a mentir con lo que es típico decir y te contaré la verdad. A veces duele demasiado ver la vida. En ocasiones no tengo la fuerza requerida para afrontar cada bordillo. Otras tan solo camino perdida en mis pensamientos, en las ideas que recorren mi cabeza y vuelven una y otra vez.

En cada paso que doy me limito a asegurarme de que ninguna alcantarilla se abra y corra el riesgo de caerme de culo en ella y no poder salir.

 

Cuando levanto la mirada, normalmente me mareo. Claro, no estoy acostumbrada a ello, pero necesito ver la luz, aunque siempre me asuste.

Parece que cuando una suave brisa me acaricia, me da un poco de libertad. No obstante, puede que mi concepto de libertad y aire esté algo distorsionado por este lapso de tiempo.

La libertad que añoro y busco con impaciencia no me la dará el viento. Tan solo la ciencia y la profesionalidad puede cortar las ataduras y demoler el peso que me oprime.

 

Te entiendo que a ti que tienes problemas, que estás enfermo o que algo te preocupa, te pase lo mismo que a mí. Pero no olvides que no debes llegar a permitirte bajar la cabeza a tiempo completo. No te voy a decir eso de… “que se te cae la corona, princesa o príncipe”. Lo que pretendo mostrarte es que, mirando hacia abajo, perderás miles de sonrisas de gente que pasa por algo parecido y te comprende. Muchas de ellas, nos obsequian con lo más bonito que se puede regalar, la comprensión.

 

¡Ánimo guerrero/a en tu batalla!


                                                                                                                                                    Escrito el 11/08/2020.

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