¿La preocupación está escondida o perdida?

 

¿La preocupación está escondida o perdida?

 

Hoy te voy a hablar de dolor, pero no del de siempre. No lo haré sobre esos dolores que día a día me acompañan, esos que hacen que no me sienta nunca sola. No, hoy no lo haré. Hoy hago referencia a ese que se siente en el corazón. A aquel que viene derivado de esas palabras tan duras e inciertas que escupes sin darte cuenta de lo muchísimo que duelen.

 

No te voy a permitir que sigas dañándome y tengo mis razones. Todos los días me empeño en seguir adelante, en sacar fuerzas de donde desconocía que tenía y caminar, en ponerme una media sonrisa que se oculta con facilidad y salir ahí fuera a vivir.

Por ello, no estoy dispuesta a que me continúes con tus especulaciones, con tus creencias sin fundamento y mucho menos explicando cosas sobre mi enfermedad que no son.

No tienes ni idea de lo que duele oír que de tu boca salió aquello. ¿Acaso no me miras? ¿Acaso no ves la realidad? ¿Todavía no has sido capaz de aceptar que no soy anoréxica?

Qué lástima, que lástima que seas tú.

 

¿Cómo puedo yo seguir creyendo en aquello que un día significabas para mí? En mi cabeza eras un ejemplo de soldado que luchaba por mantener su fortaleza. Pero ahora mismo me demuestras cosas muy diferentes. Me haces sentir que pareces más bien un hombre de hielo, una marioneta y en ocasiones poco humano.

 

Cada uno establece en la vida sus prioridades y no te juzgaré por ello. Pero lo que si quiero que sepas es que tu actitud está muy lejos de servirme de ayuda. Más bien lo que hace es ponerme zancadillas, hacerme bajar más y sobre todo ver que no existe barandilla ni bastón en la que apoyarme.

 

A la mínima yo solo tengo obligaciones y deberes, pero mis derechos no asoman ni la patita. Pero en el lado opuesto, estás tú. Lo tuyo son voluntarismos y todo tu comportamiento y el de tu dirigente son excepcionales a la vez que inmejorables.

Que pena, que desilusión y por encima de todo, menuda decepción.

 

No me vendas la moto, que yo ya tengo una. He abierto los ojos y no voy a volver a mirar lo que vi, porque está clavadito directamente en esta esquina de mi corazón.

Es duro lo que haces, es duro lo que dices, pero lo que más me cuesta asimilar es aquello que no haces.

 

 

Escrito el 05/03/2020.

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